Estero de Urías, ubicada en la entrada del Golfo de California | Foto: Mazatlán.gob.mx

Por: Denisse Flores, ICMYL – UNAM, México

En los últimos años, diversas investigaciones han demostrado que la contaminación emergente por microplásticos ha impactado las cadenas alimentarias de la vida marina, pero para evaluar y entender correctamente esta problemática es fundamental conocer la abundancia y vías de transporte de las micropartículas plásticas. 

Un reciente estudio, realizado por académicos del Instituto de Ciencias del Mar y Limnología de la Universidad Nacional Autónoma de México, miembros de la Red de Investigación de Estresores Marinos-Costeros en Latinoamérica y el Caribe (REMARCO), analizó la acumulación de microplásticos y sus vías de transporte en el Estero de Urías, una laguna costera caracterizada por un patrón de circulación anti-estuarina, ubicada en la entrada del Golfo de California, que recibe aguas residuales, industriales y agrícolas provenientes de la Ciudad de Mazatlán, en Sinaloa, México.

A pesar de su distribución mundial, los estudios sobre estuarios invertidos son escasos en comparación con los estuarios clásicos o dominados por ríos”, explica el artículo publicado en la prestigiada revista Science of the Total Environment.

Para realizar la investigación combinaron datos in situ y simulaciones en un modelo hidrodinámico de partículas 3D, lo que les permitió analizar la abundancia y simular las vías de transporte de las partículas de microplásticos.

Los análisis in situ mostraron abundancias similares de microplásticos en toda el área de estudio durante las estaciones seca y lluviosa, y una composición dominada por fibras, fragmentos y pellets.

Muestra de microplásticos encontrados por el equipo de trabajo del Instituto de Ciencias del Mar y Limnología | Foto: Jorge Ontiveros

En tanto que las simulaciones del modelo indicaron que la forma y estructura, sumado a las corrientes de marea, hicieron que los microplásticos descargados en el estuario permanecieran adentro; mientras que las corrientes inducidas por el viento provocaron que los de la zona costera fueran transportados hacia el suroeste.

Estos procesos de transporte pueden ser responsables de la homogeneización de las concentraciones de microplásticos en el área de estudio. Además, las simulaciones del modelo sugirieron que las aguas densas en el Estero de Urías pueden exportarlos desde la zona costera hasta el fondo del mar”, evidencia el estudio.

La homogeneización se refiere a que las concentraciones de microplásticos fueron homogéneas en todos los puntos de muestreo, independientemente de su ubicación o de si hubo o no lluvias, lo cual puede deberse a los procesos de transporte al interior de la laguna, explicó la Dra. Ana Carolina Ruíz Fernández, coautora de la investigación.

Tales hallazgos resaltan la importancia de mejorar el tratamiento de los desechos plásticos en los estuarios invertidos para reducir los efectos de este contaminante en los ecosistemas costeros y disminuir la posibilidad de que sean transportados a las profundidades del océano. 

Los autores del estudio agregan que la metodología puede replicarse para estudiar el transporte de microplásticos en regiones subtropicales, áridas y semiáridas en estuarios de bajo caudal en todo el mundo.

Un problema emergente

Estudios recientes evidencian que de todos los desperdicios plásticos que se generan a nivel mundial, solo el 10% se recicla, mientras que un 76% termina en vertederos, basureros o en el medio natural.

Sumado a ello, un estudio del 2019 de la Fundación The Ocean Cleanup reveló que el 47% del total anual de residuos plásticos municipales (es decir, entre 60 y 90 millones de toneladas métricas) se elimina de manera inadecuada y es probable que termine en el océano.

Al llegar al océano, los microplásticos pueden ser ingeridos desde el fitoplancton hasta los mamíferos más grandes, lo que afecta física y metabólicamente a la vida marina en casi todas las escalas alimentarias”, advierte el estudio. 

No obstante, especifican que el conocimiento actual aún no permite una evaluación adecuada del riesgo ecológico de este contaminante, ni las implicaciones de comer mariscos contaminados.

Puede consultar el artículo publicado en este enlace:  https://doi.org/10.1016/j.scitotenv.2023.161825

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